miércoles, 20 de febrero de 2008

Prácticas del CAP: clases en el IES Padre Isla

1º Bto, Historia del Mundo Contemporáneo


A lo largo de los últimos días he recibido mi bautismo de fuego en el ámbito educativo, he dado mis primeras clases en un instituto. La verdad es que después del nerviosismo inicial todo ha ido bastante bien, aceptablemente. Los alumnos han sido más que respetuosos conmigo, manteniendo el orden en la clase y preguntándome en ocasiones cuando algún concepto no les quedaba perfectamente claro. La tutora, Mary Luz, también ha colaborado conmigo a la hora de permitirme libertad absoluta a la hora de elegir el tema, las fechas y el modo de exponerlo en clase, ayudándome en momentos puntuales donde su experiencia se requería.



He dado un tema completo, Los movimientos sociales, a dos grupos (A y B) de 1º de Bachillerato del Instituto de Educación Secundaria 'Padre Isla' de León, dentro de la asignatura Historia del mundo contemporáneo.

Dado lo reducido de este segundo trimestre, sólo he dispuesto de cuatro clases para dar todo este tema, por lo que he tenido que condensar mucho la información. Esperaba encontrarme aulas modernizadas en las que primasen las nuevas tecnologías y así poder proyectar imágenes y documentos en power point. Mi ingenuidad se puso en evidencia al conocer unas aulas que no han mejorado nada, absolutamente nada, desde cuando yo las abandoné. Incluso puedo decir que su estado es inferior a las que yo disfruté en el IES de Valencia de Don Juan. Por tanto tuve que recurrir a la tradicional clase magistral, apoyado en resúmenes fotocopiados que pasaba a los alumnos al comienzo de cada clase.

Entiendo que la condensación de datos y el modo de exposición de los mismos no es el más adecuado para despertar el interés de los oyentes, estudiantes de 1º de Bachillerato en este caso, adolescentes con intereses más acuciantes en el periodo vital que están viviendo -no les culpo en absoluto, pues me recuerdo a mismo por aquel entonces...-. Pero a pesar de ello, tuvieron la generosidad de darme sus aplausos el último día y algunos han contactado conmigo por e-mail o vía messenger para felicitarme y preguntarme dudas. En agradecimiento a ellos y a su atención, voy a colgarles en mi blog las cuatro clases que les he dado, por si les sirven de cara para preparar su examen que harán el día 21 de febrero.
¡¡¡Suerte a todos!!!

lunes, 18 de febrero de 2008

Los Movimientos Sociales (clase 4 de 4)


3.- LA EXPANSIÓN DEL MOVIMIENTO OBRERO
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3.1.- Hacia un sindicalismo de masas
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A partir del último cuarto del siglo XIX, el capitalismo experimentó un cambio asociado a la expansión imperialista y a la implantación de la Segunda Revolución Industrial. Las nuevas fuentes de energía, el petróleo y la electricidad, que sustituyeron inexorablemente al vapor, significaron un aumento cuantitativo y cualitativo en la industrialización, lo que hizo crecer el proletariado industrial.

La experiencia de las luchas obreras habidas en los últimos cien años, especialmente las llevadas a cabo desde 1848, había sedimentado dando al movimiento obrero mayor madurez política y organizativa. La Primera Internacional representaba el principal bagaje organizativo y los combates llevados a cabo en diversos países y momentos, especialmente los de la Comuna de París, significaban lecciones muy valiosas de las que aprender para seguir las luchas en adelante.
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Estas luchas también hicieron difundir el pensamiento y la práctica socialista, que usó nuevas estrategias. La lucha sindical de masas fue una de ellas.

Para conseguir este sindicalismo masivo se unificaron las sociedades obreras locales, creándose sindicatos centralizados, organizados internamente por sectores profesionales.

De este modo las huelgas se convirtieron en un medio para forzar la negociación entre sindicatos y empresarios, aunque también se comenzó a exigir la intervención de los Estados como árbitros ante los abusos de los capitalistas y garantes de una legislación laboral justa. La llamada cuestión social pasó a primer plano en los países capitalistas.


3.2.- La formación de los partidos socialistas

Los militantes socialistas, recogiendo las recomendaciones dadas por la I Internacional antes de su disolución, comenzaron a dar los primeros pasos para la creación de partidos políticos obreros. En líneas generales se creía que en los países donde ya existía una democracia política, se debía participar en la lucha política cotidiana, presentándose a las elecciones y tomando parte en los debates parlamentarios, con idea de conseguir leyes beneficiosas para la clase obrera. Si se trataba de actuar políticamente en algún país donde no todavía no se daban condiciones democráticas, es decir, donde imperase la autocracia o la falta de independencia nacional, los partidos socialistas debían participar con las demás fuerzas en la lucha por conseguir la democracia como primer paso en la revolución socialista.

- ALEMANIA: fué el país de Europa donde el socialismo tuvo un desarrollo más temprano. En 1869, el programa de Eisenach ya había sentado las bases para la creación de una organización socialista. Lo encabezaban August Bebel y Wilhelm Liebknecht, ambos influenciados por las ideas de Marx y Engels.

Pero en Alemania el movimiento obrero también estaba influenciado por las ideas de Ferdinand Lassalle, que creía e un modelo de Estado basado en el sufragio universal y cuya principal aportación al movimiento obrero fue la creación en Leipzig de la Allgemeiner Deutscher Arbeiterverein (Asociación General de Trabajadores Alemanes) en 1863, el primer partido político de trabajadores que se constituyó en Alemania.
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En 1869 se celebraba el Congreso constituyente del Partido Obrero Socialdemócrata de Alemania (Sozialdemokratische Arbeiterpartei Deustchlands, en alemán, SDAP). El nuevo partido obrero, liderado por Wilhelm Liebknecht y afín al marxismo, adoptó en aquel congreso el llamado Programa de Eisenach.
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Lassalle fue herido de muerte en un duelo por un asunto sentimental y falleció en Génova en 1864, pero sus partidarios tenían la suficiente fuerza, como para influir en el Congreso de Gotha (1875) donde se produjo la unificación de la asociación lassalleana con los eisenachianos en el nuevo el Partido Socialista de los Trabajadores Alemanes (SAPD, Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands, posteriormente SPD). Marx sometió al programa de Gotha a una crítica demoledora, considerándolo un paso atrás en comparación con los planteamientos de los eisenachianos, pero en cualquier caso, era el inicio de las era de los Partidos Socialistas en Europa.

El partido fue puesto fuera de la ley por las autoridades prusianas (Bismark) en 1878, pero siguió funcionando en la clandestinidad, en la que creció y se consolidó, de modo que cuando fue de nuevo legalizado, se presentó a las elecciones de 1890 y consiguió un gran éxito electoral, 1.400.000 votos que le dieron 35 diputados en el Reichstag.

En el Congreso de Erfurt, celebrado en octubre de 1891, dio un paso adelante respecto al Congreso de Gotha y se basó en la doctrina marxista sobre la inevitabilidad del hundimiento del modo de producción capitalista y su sustitución por el modo de producción socialista. El programa de Erfurt recalcaba que la clase obrera debía desplegar la lucha política y que el partido tenía que ser el dirigente de esa lucha. En el programa de Erfurt se contenían las líneas esenciales de la lucha de la socialdemocracia a lo largo de todo el siglo XX: la democraticación de la sociedad, el Estado de Bienestar y la regulación del mercado laboral. Pero Engels, que había sobrevivido a Marx y se dedicaba a preparar para su publicación los materiales que constituirían el tomo tercero de El capital, así como Vladimir Ilich Lenin, joven marxista ruso que comenzaba a destacar en los círculos socialistas de su país, criticaron el programa de Erfurt, pues decían que, para ganar votos, los socialistas estaban cada vez más alejados de la praxis [práctica] revolucionaria y más estancados en consideraciones electoralistas y reformistas.

Esta polémica del revisionismo iba a prolongarse a lo largo de la década final del siglo XIX y se prolongaría hasta el estallido de la 1ª Guerra Mundial, en 1914. En términos doctrinales, los que más se alejaban de las tesis marxistas, fueron llamados revisionistas. Destacaron entre ellos Eduard Bernstein y Karl Kautsky. En su revisión de los postulados marxistas Berstein llegó a decir que dado el crecimiento de las clases medias, el capitalismo podía autorregularse, evitar las crisis económicas y la polarización social y redistribuir la riqueza en la sociedad. La democracia parlamentaria podía ser, según Berstein, el instrumento para que los trabajadores consiguieran cada vez más mejoras en su situación, con lo que la revolución se hacía innecesaria y el socialismo sobrevendría al final de las sucesivas democratizaciones del capitalismo.

Lo cierto es que en las elecciones de 1912, el SPD (Partido Socialista de Alemania) consiguió más de 4 millones de votantes (el 34,8 %) y 110 escaños. En 1914, en vísperas de la guerra mundial, tenía casi un millón de militantes. Entre las razones de su éxito cabe destacar el acierto al combinar en su táctica la lucha cotidiana por conseguir reformas inmediatas en combinación con una explicación constante del objetivo revolucionario de la lucha de la clase obrera, que era el ulterior establecimiento de la sociedad socialista.

- ESPAÑA: tras Alemania, España fue el segundo país de Europa en tener un partido socialista, siendo su principal impulsor Pablo Iglesias Posse, tipógrafo natural de El Ferrol (La Coruña) que trabajaba en Madrid. En 1870 había pasado a formar parte de la sección española de la AIT, a cuyo Consejo Federal perteneció a partir del año siguiente. Desde 1873 fue miembro de la Asociación del Arte de Imprimir, de la que se convirtió en presidente en 1874. Este último año, aliado con las tesis de Karl Marx en la I Internacional, se integró en la Nueva Federación Madrileña, entidad desde la que impulsó la creación de un partido político socialista y así fue como fundó clandestinamente en Madrid, junto a otros marxistas, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879.

Hasta 1882 Pablo Iglesias fue colaborador en distintas publicaciones obreras como comentarista político y en marzo de 1886 fundó El Socialista, revista que convirtió en el órgano de expresión del PSOE. Organizador y principal dirigente del partido, en agosto de 1888 participó en la creación de la Unión General de Trabajadores (UGT), el sindicato que pasó a estar íntimamente vinculado desde entonces a aquél. Ese mismo mes se aprobaron los estatutos del PSOE, con lo que pasó a actuar legalmente, amparado en la nueva situación política facilitada por las reformas de Sagasta.

Presidente del PSOE, Pablo Iglesias ocupó el mismo cargo en la UGT desde 1899. Fue concejal del Ayuntamiento de Madrid desde 1905 y, cinco años después, en 1910 se convirtió en el primer diputado socialista español tras integrar la lista de la Conjunción Republicano-Socialista. Renovó su condición de diputado en sucesivas convocatorias electorales y utilizó su escaño para denunciar las condiciones sociales de los trabajadores.

La fuerte implantación del anarquismo en las zonas industriales españolas frenó inicialmente la expansión del partido socialista, lo que especialmente se veía traducido en una escasa representación parlamentaria en comparación con otros países. La creación de la CNT en 1911, de carácter anarco-sindicalista, y su influencia en los obreros y jornaleros españoles aumentó estos problemas de implantación inicial del PSOE-UGT. Sin embargo, partido y sindicato pervivieron unidos y se han mantenido hasta la actualidad.

- FRANCIA: tras la Comuna de París, allí se produjo una época de retroceso en la lucha obrera. Estos efectos negativos no se superaron hasta la década de los 1890, en la que se distinguieron cuatro corrientes.

+ los posibilistas partidarios de Paul Brousse, quienes negaban el programa y la táctica revolucionaria del proletariado y proponían limitar la lucha de los obreros al marco de lo "posible"
+ los continuadores del blanquismo, encabezados por Edouard Marie Vaillant, antiguo miembro del Consejo general de la I Internacional
+ la encabezada por Jules Guesde (guesdistas) que junto a Paul Lafargue, yerno de Marx y Vaillant formaron el Partido Socialista de Francia.
+ la del intelectual Jean Jaurès, que fundó en 1902 el Partido Socialista Francés, que abogaba por la "libertad de crítica" para oponerse a algunas tesis marxistas.
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En 1901 Guesde, Lafargue y Vaillant formaron el Partido Socialista de Francia.

Jean Jaurès fundó en 1902 el Partido Socialista Francés, que abogaba por la "libertad de crítica" para oponerse a algunas tesis marxistas y justificar su avance hacia el socialismo usando a veces medios "burgueses", como las elecciones y los discursos parlamentarios, y otras veces medios revolucionarios, como las huelgas y los levantamientos.

n 1905 se produjo la unificación de ambos partidos, con Guesde y Jaurès como principales dirigentes del nuevo partido llamado Sección Francesa de la Internacional Obrera. En 1904 Jaurès fundó el periódico L'Humanité como órgano del Partido Socialista Francés.

El partido se escindió en 1920. El actual Partido Socialista fue refundado en 1969.
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- GRAN BRETAÑA: en el año 1893 fue fundado el Partido Laborista Independiente (Independent Labour Party) por los dirigentes de las nuevas Trade Unions. Integraron este partido miembros de estas nuevas «tradeuniones» y de varios antiguos sindicatos y elementos de la intelectualidad influidos por los fabianos. El partido fue encabezado por el escocés James Keir Hardie. Hacia 1900 varias corrientes integraron el definitivo Partido Laborista. Se ha mantenido siempre independiente del marxismo, ocupando a partir de la 1ª Guerra Mundial posiciones centristas.

De carácter marxista fue Federación Socialdemócrata de Inglaterra, que había sido fundada en 1884 y que en 1907 empezó a llamarse Partido Socialdemócrata. Éste, junto con los elementos de izquierda del Partido Laborista Independiente formó en 1911 el Partido Socialista Británico, que en 1920 jugó un papel decisivo en la fundación del Partido Comunista de la Gran Bretaña.

- ITALIA: el propio Friedrich Engels había sido el secretario para ese país en el Consejo General de la Internacional. Pero la presencia de Bakunin en aquel país en 1864 -donde contactó con Garibaldi- hizo que cuando se produjo la ruptura entre Marx y Bakunin en el Congreso de La Haya, la sección italiana se alineara junto al segundo.
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En 1881 un nuevo dirigente, Andrea Costa, fundó el semanario Avanti! y en 1882 se fundó el Partito Operaio Italiano, que en 1890 disponía ya de cinco diputados. La difusión doctrinal del marxismo empezó a producirse por toda Italia, y en 1893 el partido tomó el nombre de Partido Socialista Italiano (PSI), cuya dirección se instaló en Milán donde adoptó como órgano central el semanario La lotta di classe.
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A pesar de que, como en España, la expansión del socialismo se vio frenada por la importante presencia del anarquismo, en 1896 el número de votos socialistas llegó al 9% del total. En 1898, tras prolongadas huelgas de los jornaleros agrícolas del sur combinadas con una insurrección en Milán, el partido fue disuelto. El asesinato del rey Humberto el 29 de julio de 1900 por el anarquista toscano Bresci se consideró una consecuencia de los hechos de 1898 y de la reacción que se produjo los años siguientes.
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Tras varias escisiones a lo largo de su historia, en 1994 el PSI fue definitivamente disuelto.

- Otros partidos socialistas europeos:
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En Austria las distintas tendencias del movimiento obrero -lassallianas, marxistas, anarquistas- coexistieron hasta el Congreso de Hainfeld de 1889, en que se unieron bajo el nombre de Partido Socialista Austriaco, en una línea marxista bajo la dirección de Viktor Adler. El principal problema que tenía que afrontar el partido fue el de las nacionalidades, ya que el imperio Austro-Húngaro obligaba a la convivencia bajo el yugo autocrático de los Habsburgo a naciones muy diversas.
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En Polonia, a partir de los movimientos huelguísticos de Lodz y Varsovia se fundó en 1892 el Partido Socialista Polaco, bajo la dirección de Leo Jogiches y Adolf Warski. Al mismo tiempo los exiliados en París creaban otra organización, la Unión de Socialistas Polacos, que editaba el órgano Robotnik (Proletario). Pero el tema nacional iba a dividirles. El Partido Socialista (del interior) priorizaba la acción conjunta con el movimiento socialista ruso (en la división de Polonia, Varsovia formaba parte del imperio ruso) cuyo primer objetivo era derrocar el zarismo. Pero la Unión, en el exterior, establecía como objetivo inmediato el restablecimiento de la unidad y de la independencia polacas, para lo que estaba dispuesto a colaborar con los grupos nacionalistas burgueses. Estas tesis iban a ganar numerosos adeptos entre los socialistas del interior, de modo que Leo Jogiches y Rosa Luxemburg -que en la vida privada estaban unidos sentimentalmente- se separaron del Partido Socialista del Interior para formar en 1895 el Partido Socialdemócrata de la Polonia Rusa, que se fusionó en 1900 con la organización lituana para constituir el Partido Socialdemócrata del reino de Polonia y Lituania, en cuyo órgano de prensa, Sprawa Robotnicza (La causa de los trabajadores) se hacía cada vez más hincapié en las posiciones internacionalistas.

En Bélgica el Partido Obrero Belga fue fundado en 1885, publicando el órgano político Le Peuple. En 1894 en la «Carta de Quaregnon» se señalaron los objetivos: socialización de los medios de producción, supresión de las clases sociales y emancipación del proletariado. En ese año el Partido Obrero Belga, que había visto como era reconocido con algunas restricciones el sufragio universal por el que había luchado desde su fundación, consiguió 28 escaños para sus representantes. En 1901 el nuevo dirigente Émile Vandervelde prosiguió su lucha por el reconocimiento total del sufragio universal, que no se conseguiría hasta 1919.

- El socialismo en Estados Unidos y Japón:
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En Estados Unidos el primer partido marxista fue el Partido Obrero Socialista fundado en 1876 y liderado por Daniel de Leon, que editó entre otros periódicos el Appeal to Reason (Llamamiento a la Razón) que se fundó en 1895 en la ciudad de Girard (Kansas). En 1901 Morris Hillquit, que había abandonado el Partido Obrero Socialista, fundó el Partido Socialista Norteamericano, que contó con líderes como Bill Haywood o Eugene Victor Debs. Éste convirtió al partido en una importante fuerza electoral (en 1912, 150.000 miembros y un millón de votos) y que al llegar la guerra mundial mantuvo posiciones internacionalistas y pacifistas. Pero no consiguieron penetrar en los sindicatos y la creación de la Industrial Workers of the World (I.W.W.) en 1905 no fue suficiente para paliar esa falta de liderazgo. La actitud antibelicista del partido al llegar la Gran Guerra también había de contribuir a su decadencia.

En Japón fueron Yabuki Sugataro (1859-1933), conocido como Sen Katayama e Isowa Abe los fundadores del Partido Socialdemócrata. En 1904-1905 tuvo lugar una fuerte represión y en 1906 el partido fue reorganizado por una mujer, Tokyiro Kato, pero en 1908 y 1910 tuvieron lugar nuevas represiones que dieron como resultado la liquidación física de los miembros del partido, que no había de recuperarse hasta después de la Segunda Guerra Mundial, a pesar de los esfuerzos que hicieron la Segunda y sobre todo la Tercera Internacional.
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4.- LA SEGUNDA INTERNACIONAL
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La Segunda Internacional o Internacional Obrera se fundó en París en 1889, por impulso del francés Jules Guesde, en el marco de las conmemoraciones que ese año tuvieron lugar en el centenario de la Revolución Francesa. Su actuación iba a prolongarse durante un cuarto de siglo, justamente hasta el inicio de la Gran Guerra en 1914. Surgió por iniciativa de los Partidos Socialistas, por lo que se consideraba una organización ideológicamente homogénea, aunque dentro de ella pronto aparecieron dos corrientes claramente diferenciadas, la marxista revolucionaria por un lado y la reformista revisionista, por otro. Se acordó que se celebraría un congreso cada tres años.

A diferencia de la I Internacional, en ésta se reconocía la plena autonomía de cada partido nacional, de manera que no existía un Consejo General. En 1900 fue creado el Buró Socialista Internacional, con sede en Bruselas.

La II Internacional creó algunos de los símbolos más característicos que identifican el movimiento obrero. Algunos de ellos ya habían sido usados en momentos anteriores, como la bandera roja, usada por la Comuna de París. También en la Comuna se había cantado el himno La Internacional, con letra de Eugène Potier y música de Pierre Degeyter. Estaleció la celebración del 1º de Mayo como día de los trabajadores en reivindicación de la jornada de ocho horas.
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Los principales conflictos que debió afrontar la II Internacional fueron:
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- anarquistas
- revisionismo
- pacifismo

El primer problema se resolvió con la expulsión de los anarquistas en el Congreso de Zurich (1893) al aprobarse el postulado marxista referente a la participación política.
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A partir de 1904 la II Internacional insistió en que los partidos socialistas no tenían que colaborar con los partidos burgueses, pero las diferencias entre los reformistas (Adler, Vandervelde, Bernstein, Kautski) y los revolucionarios (Lenin, Rosa Luxemburg o Karl Liebknecht -hijo del fundador del Partido Socialista Alemán, Wilhelm Liebknecht-) se hacía cada vez más profundas e irreconciliables. Por aquella época Lenin escribía su obra La revolución proletaria y el renegado Kautski en el que ya el título dejaba bien a las claras la opinión del líder del sector bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia sobre las posiciones del revisionismo.

Uno de los puntos en los que más insistió la II Internacional fue el apoyo a las reivindicaciones de la mujer, especialmente en lo referente a su derecho al voto y a la supresión de las trabas legales a su igualdad jurídica en asuntos como referentes al ámbito privado, como el matrimonio, como en otros referentes al ámbito ciudadano o laboral. En 1878 August Bebel había publicado el libro La mujer y el socialismo, una obra muy esclarecedora que analizaba la problemática de la mujer en la historia y daba las claves de lo que tenía que ser la lucha de la mujer en el siglo futuro. Clara Zetkin, una de las más destacadas dirigentes del Partido Socialista Alemán, fue nombrada secretaria general de la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas convocda en Stuttgart en 1907, en la que destacó la vibrante oradora Rosa Luxemburg. El tema que tuvo mayor protagonismo fue el del voto femenino, pues descontando Finlandia, Noruega y algún otro país como Nueva Zelanda, en el mundo las mujeres no tenían derecho al voto. En este sentido fue notable la participación de la finlandesa Hilja Parssinen, que había logrado alcanzar en su país el acta de diputada. En esta Conferencia, una delegada de la India (que en la documentación se menciona como compañera Rama, de Bombay) y la delegada japonesa, Tokyiro Kato, hablaron sobre la situación de la mujer en sus respectivos países, sometidas a una explotación y a una carencia de derechos imposible de imaginar en Occidente. La Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas se realizó en Copenhague en 1910, y adoptó una resolución por la cual se señalaba el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer, por ser el día en que habían tenido lugar los hechos de la fábrica Cotton, en Nueva York.
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4.3.- Crisis y división del movimiento socialista

Al estallar la guerra mundial, en verano de 1914, la mayor parte de los partidos socialistas europeos sucumbieron ante la oleada de patriotismo nacionalista que invadió Europa. Los principios revolucionarios fueron abandonados y muchos líderes socialistas se comprometieron a una colaboración con los gobiernos burgueses de sus respectivos países en aras de lo que fue llamado unión sagrada. La guerra dividió el movimiento socialista en tres tendencias:
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- los patriotas, que anteponían los criterios nacionales a los criterios de clase y eran por tanto partidarios de la guerra
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- los pacifistas moderados, que defendían la neutralidad
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- los opositores frontales a la guerra, como Vladimir Ilich Lenin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, o muchos de los dirigentes del Partido Socialista de los Estados Unidos

Mientras la guerra seguía su curso inexorable tuvieron lugar tres conferencias testimoniales de socialistas marxistas que se oponían por completo a la guerra y abogaban por convertirla en revolución proletaria en los países contendientes. La primera de ellas fue la Conferencia de Zimmerwald, que se celebró del 5 al 8 de septiembre de 1915 en esa localidad de la neutral Suiza. Participaron 38 delegados de 11 países europeos Alemania, Francia, Italia, Rusia, Polonia, Rumania, Bulgaria, Suecia, Noruega, Holanda y Suiza. La conferencia, en la que la mayor parte de los borradores de resolución fueron redactados por una comisión encabezada por Lenin, aprobó un manifiesto-llamamiento A los proletarios de Europa, así como una declaración común de las delegaciones alemana y francesa -los gobiernos de cuyos países estaban en guerra- así como una resolución de simpatía a las víctimas de la guerra y a los luchadores perseguidos por las actividades políticas. También se procedió a la elección de la Comisión Socialista Internacional. En abril de 1916 y agosto de 1917 tuvieron lugar en Estocolmo nuevas conferencias pacifistas, pero las condiciones para la división ya habían madurado en el seno de movimiento socialista internacional y concretamente de la II Internacional.

La toma del poder por el Partido Obrero Socialdemócrata (bolchevique) en Rusia tras la Revolución de octubre de 1917 significó el giro ideológico de ese partido hacia una recuperación del carácter revolucionario del marxismo que cristalizaría en la creación de los Partidos Comunistas y en la III Internacional.
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A partir de ese momento, la II Internacional continuaría sus actividades progresivamente ligada a la opción reformista, con planteamientos cada vez más próximos a los de la socialdemocracia burguesa, mientras que la III Internacional o Komintern (1919) se iba a propugnar como heredera de las doctrinas de Marx y Engels. A éstas pronto se añadiría en cuerpo teórico del leninismo, del que los teóricos de la III Internacional decían que era el marxismo de la época en la que el capitalismo había pasado a su etapa superior, el imperialismo. En cualquier caso la capacidad teórica, las condiciones de dirigente y la intuición revolucionaria de Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) iban a convertirle sin género de dudas en el referente del marxismo en la primera mitad del siglo XX.

domingo, 17 de febrero de 2008

Los Movimientos Sociales (clase 3 de 4)

2.2.- El marxismo
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En elño 1848 Karl Marx y Friedrich Engels publican el Manifiesto del Partido Comunista. Aquel pequeño libro iba a convertirse en el mayor instrumento teórico del proletariado para organizar su lucha contra las duras condiciones de explotación a que se veía sometido por el sistema capitalista.
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En oposición a los planteamientos utópicos que se habían venido dando hasta entonces, las aportaciones de Marx y Engels han dado origen al socialismo científico. La teoría marxista se asentó en tres bases:
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- el análisis del pasado histórico entendido como una rueda que avanza impulsada por el motor de la lucha de clases. Marx y Engels explican el pasado por medio del materialismo dialéctico e histórico
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- la crítica del presente que entonces se estaba viviendo, en la que predominaba la explotación capitalista
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- la oferta de una salida a aquella situación de injusticia, la explotación del hombre por el hombre, con el advenimiento de un nuevo modo de producción, el socialismo, como resultado de la lucha social de los trabajadores con el objetivo de tomar el poder político, estableciendo una dictadura del proletariado temporal hasta la implantación definitiva de una sociedad comunista sin clases
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El socialismo científico, también llamado marxismo, es por tanto una combinación de teoría y práctica, pues las ideas de Marx y Engels pronto pasaron a constituir el fundamento de las actividades revolucionarias de los sectores de la clase trabajadora que las asumieron. Socialismo científico y marxismo se convirtieron en sinónimos. Debiera haerse llamado marxismo-engelsismo, pues la autoría de las ideas fue de ambos autores, pero Engels nunca tuvo interés en que su nombre trascendiese.
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Biografía de Karl Marx: Nació en Tréveris (Renania, Alemania) el 5 de mayo de 1818. Era hijo de un abogado de origen judío, convertido al cristianismo. En 1835 ingresó en la Universidad de Bonn para estudiar derecho, pero su interés por la filosofía le llevaría a Berlín donde se incorporó a un grupo izquierda hegeliana. Así, el marxismo adaptará la dialéctica de Hegel y sus tres momentos de proceso dialéctico: TESIS (capitalismo, sociedad clasista) -> ANTÍTESIS (dictadura del proletariado) -> SÍNTESIS (comunismo, sociedad sin clases).
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Tras exiliarse en París desde 1843, ingresa en la Liga de los Comunistas donde conoció a Friedrich Engels, con quien inició una amistad que se prolongaría a lo largo de toda la vida de ambos. El estudio de la economía política inglesa fue el último factor teórico esencial en la formación de la teoría marxista de la sociedad, o materialismo histórico. En 1845 tuvo que huir de nuevo primero a Bruselas y finalmente a Londres. En abril de 1848 regresa a Alemania junto a Engels tras publicar conjuntamente el Manifiesto Comunista. Desde 1850, ya definitivamente en Londres, sufrió la pobreza y la mala salud resultante, sosteniéndose gracias al socorro de Engels y por los artículos que pulicaa esporádicamente en periódicos. En esta época comenzaron sus trabajos de compilación de materiales que finalizarían con la publicación de El Capital, obra cumbre del pensamiento marxista.
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En 1864 crea la Asociación Internacional de Trabajadores, la culminación de la actuación de Marx como organizador, encargándose de la redacción del manifiesto inaugural y los estatutos. El análisis de los hechos de la Comuna de París entre marzo y mayo de 1871 lo plasmó en la obra La guerra civil en Francia, considerándola como la primera experiencia de dictadura del proletariado de la historia.
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Retirado desde 1873 de la actividad pública, la muerte de su mujer y de su hija le afectaron profundamente y precipitaron su propio fin, que tuvo lugar en 1883.
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El manifiesto del partido comunista (Manifest der Kommunistischen Partei): Esta obra de Karl Marx y Friedrich Engels fue publicada en Londres poco antes de la revolución del 1848. Fue redactada a petición de la Liga de los Comunistas, una organización de artesanos alemanes exiliados en Londres. Se llegó a convertir con el tiempo en la base del Programa de la Primera Internacional. La obra se divide en cuatro partes:
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1) Burgueses y proletarios, analiza la evolución histórica de la humanidad y enuncia el principio de que la lucha de clases es el motor de la Historia. Después de analizar el papel histórico de la burguesía señala la aparición del proletariado, la clase obrera, como clase antagónica. Analiza también el carácter conservador de la pequeña burguesía y el significado universal de la lucha del proletariado (Los obreros no tienen patria).
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2) Proletarios y comunistas, expone la función de los comunistas como destacamento de vanguardia en la lucha contra la burguesía con el objeto de abolir la propiedad privada de los medios de producción, que tendrán que ser sustituidos por la propiedad colectiva, y la revolución de las relaciones humanas a todos los niveles. Se exponen también las tesis marxistas sobre la familia, la patria y el matrimonio.
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3) Literatura socialista y comunista, es una crítica de los distintos tipos de socialismo aparecidos en la historia, divididos en reaccionario, pequeño-burgués, conservador-burgués y crítico utópico. Éste último, el socialismo utópico, es calificado como progresivo aunque según Marx y Engels continúa ligado a una concepción metafísica (no científica) del desarrollo social.
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4) Está dedicada a la estrategia y la táctica de los partidos comunistas ante la revolución.
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El manifiesto acaba con el llamamiento ¡Proletarios de todos los países, uníos!.
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El Capital (Das Kapital): Es un estudio en profundidad del capitalismo industrial del siglo XIX. Es la obra en la que Marx analiza los conceptos que permiten entender mejor el alcance de su teoría económica y el funcionamiento del capitalismo:
La mercancía: tiene un doble valor, valor de uso y valor de cambio. El Valor de uso se realiza en el uso o consumo. El valor de cambio se realiza en el comercio, cuando se intercambia una mercancía por otra. Como valores, todas las mercancías son tan sólo medidas determinadas de tiempo de trabajo humano.
El dinero. La mercancía dinero, el oro, tiene un doble valor de uso: como objeto (para el dentista por ejemplo), y también como expresión del tiempo de trabajo "coagulado" en cualquier otra mercancía.
El intercambio. El proceso de intercambio constituye el metabolismo social. Este proceso de intercambio se lleva a cabo en dos metamorfosis opuestas: transformación de la mercancía en dinero y otra transformación del dinero en mercancía. Ello constituye un ciclo, y la metamorfosis de cada mercancía se entrelaza con los ciclos de las demás mercancías. El proceso global constituye la circulación de las mercancías.
La fuerza de trabajo y su valor. Con el nombre de fuerza de trabajo entiende el conjunto de las facultades físicas e intelectuales que hay en el cuerpo, en la personalidad viva de una persona humana, y que ésta pone en movimiento cada vez que produce cualquier clase de valor de uso. La característica a la fuerza de trabajo es su propiedad peculiar de ser fuente de valor.
Capital constante y capital variable: Capital constante es la parte del capital que se invierte en medios de producción, es decir, en maquinaria, material auxiliar, materia prima, otros medios de trabajo. Éste no modifica su magnitud de valor en el proceso de producción. Capital variable es la parte de capital que se convierte en fuerza de trabajo (o sea los salarios que se pagan a los obreros). Esta parte del capital modifica su valor en el proceso de producción. Reproduce el propio equivalente (en dinero) y, además, un excedente, al que Marx llama plusvalía, y que puede ser más o menos pequeño.
La plusvalía: es el valor creado por el trabajo pero no retribuído al trabajador. La plusvalía es la expresión (monetaria) del valor incorporado al capital inicial por el trabajo. En el capitalismo esta plusvalía es apropiada por los propietarios de los medios de producción sin contrapartida alguna para la clase obrera.
La jornada de trabajo: según Marx «La jornada de trabajo, sus límites, su prolongación, es uno de los principales medios de que goza el capitalista para aumentar la tasa de plusvalía, o sea la ganacia de su bolsillo. Por lo tanto, la regulación de la jornada de trabajo se presenta en la historia de la producción capitalista como lucha por los límites de la jornada de trabajo: una lucha entre la globalidad de los capitalistas, es decir, la clase de los capitalistas y la globalidad de los obreros, o clase obrera».
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2.3.- El anarquismo
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Paralelamente al desarrollo de lo movimiento socialista, tanto en su teoría como en su práctica, apareció el anarquismo. Éste se entronca con el pensamiento del francés Pierre J. Proudhon, autor de las obras Qué es la propiedad privada y Sistema de contradicciones económicas. En ellas propugnaba un cierto tipo de individualismo que se convertía en solidario al ser integrado en el mutualismo o cooperativismo, de modo que el aparato del Estado, según Proudhon, debería ser sustituido por una federación de mutualidades o cooperativas autogobernadas.
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Consideraba la propiedad como un robo y rechazaba al Estado como institución. El objetivo de la lucha colectiva debía ser la libertad del individuo. Apostaba por la expansión del mutualismo: la creación de un crédito público y gratuito que permitiera dotar de los medios de trabajo necesarios a los individuos de las asociaciones de trabajadores.
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En esa oposición frontal al Estado insistió también el que puede ser considerado como primer teórico del anarquismo, el ruso Mijail Bakunin. Para éste, el Estado -aunque sea democrático- oprime a los obreros, por lo que postulaba su eliminación. Bakunin propugnaba también la desaparición del ejército y exaltaba la libertad del individuo.
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El instrumento para conseguir estos objetivos tenía que ser la revolución hecha de manera espontánea por las masas, de abajo arriba. La sociedad, tras la revolución, debía basarse en comunas que fueran autónomas y autogestionadas en la que los medios de producción - tierras de labranza, fábricas, minas, etc.- deberían ser propiedad colectiva y no propiedad privada. Aunque los frutos allí obtenidos deberían seguir siendo privados en virtud del principio, «a cada uno según su trabajo».
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El príncipe Piotr Alexeievich Kropotkin, principal exponente del anarco-comunismo, iba aún más lejos, pues afirmaba que la riqueza acumulada pertenece a todos. Entre sus numerosos trabajos destaca La conquista del pan (1888). Su objetivo principal fue la abolición de toda forma de gobierno en favor de una sociedad que se rigiera exclusivamente por el principio de la ayuda mutua y la cooperación, sin necesidad de instituciones estatales. Esa sociedad ideal (llamado comunismo anarquista o anarcocomunismo) sería el último paso de un proceso revolucionario que pasaría antes por una fase de colectivismo (el llamado anarco colectivismo), conocido también como comunismo libertario.
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Tanto Bakunin como Kropotkin consideraban la huelga general como la principal arma de la clase trabajadora, aunque no rechazan el terrorismo para conseguir sus fines. De hecho los últimos veinte años del siglo XIX y los primeros 20 años del siglo XX abundaron en atentados anarquistas en diversos lugares del mundo. Desde los realizados en Rusia por el grupo Narodanaia Volia (la Voluntad del Pueblo) a los que se llevaron a cabo en España (asesinatos de Cánovas del Castillo, 1897, José Canalejas, 1912, o Eduardo Dato, 1921), o Estados Unidos (presidente William McKinley, 1901).
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2.4.- La formación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT)
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La Primera Internacional fue fundada en Londres el 28 de septiembre de 1864 con el nombre de Asociación Internacional de Trabajadores. Karl Marx redactó el manifiesto inaugural, que con el nombre de Llamamiento Internacional, recogía los dos principios básicos de la nueva organización: que la emancipación de la clase obrera ha de ser obra de los mismos trabajadores y que la clase obrera tenía que plantearse como objetivo la conquista del poder político.
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No en vano, la Primera Internacional adoptó gran parte de las ideas de Karl Marx, quien sabía la gran diversidad de tendencias que tendrían que agruparse, desde los sindicalistas ingleses, los proudhonianos franceses, los nacionalistas polacos, los republicanos italianos, etc. De aquí su gran mérito de haber sabido redactar unos Estatutos que todos dieron por válidos. Estos estatutos preveían la creación de federaciones locales (que integraban sociedades o sindicatos obreros) y regionales (agrupando los diferentes Estados, como Gran Bretaña, Francia, España, Estados Unidos, etc.). Las federaciones locales estarían dirigidas por Consejos (comités) locales y provinciales y por un Consejo General de la Internacional, dirigido por el propio Marx.
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Formaron parte de la Primera Internacional:
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- las diversas sociedades obreras
- los diversos grupos y tendencias
- personalidades
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Se estructuró en secciones nacionales bajo la dirección de un Comité Central.
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El Consejo celebró diversos Congresos en Ginebra (1866), Lausana (1867) -en el que se recibió el ingreso de Bakunin-, Bruselas (1868) y Basilea (1869). En estos Congresos se establecieron acuerdos para impulsar las movilizaciones obreras en los diferentes países y se definieron una serie de reivindicaciones concretas que iban a ser los ejes en torno a los que giraría la acción del movimiento obrero, especialmente del sindicalismo, hasta principios del siglo XX.
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Los principales objetivos cuya obtención se planteó la Internacional como objetivo prioritario incluían la jornada de 8 horas, la supresión del trabajo infantil, la mejora de las condiciones laborales de la mujer , la abolición de los ejércitos permanentes y la socialización de los medios de producción. También se dijo que la huelga era el medio más eficaz para alcanzar estos objetivos.
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Pero las disensiones en la Internacional entre las posiciones marxistas y las anarquistas no habían hecho sino aumentar. La oposición a Marx la encabezó al principio Proudhon, y más tarde Bakunin. Éste era partidario de la insurrección general y espontánea de las masas como medio para destruir el orden burgués y acabar con el Estado, y acusaba de autoritarismo al aparato interno de la Internacional. Cuando los Congresos fueron reanudados, tras la interrupción que significó la guerra Franco-Prusiana, las diferencias dentro de los dos principales sectores de la Internacional se habían hecho insostenibles. En la Conferencia de Londres de 1871 Marx combatió tenazmente a Bakunin, y en el Congreso de La Haya (1872) los partidarios de éste, entre los que se encontraban bastantes suizos, belgas, italianos y españoles, fueron expulsados de la Internacional. En La Haya se decidió también la organización de los trabajadores en partidos nacionales.
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A fin de alejarla de la influencia anarquista, Marx hizo trasladar la sede de la Internacional a Nueva York, donde languideció unos años hasta la disolución del Consejo General en Filadelfia, en 1876. Los bakuninistas fundaron la Internacional Antiautoritaria, que perduró hasta 1881.
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2.5.- La Comuna de París
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La guerra franco-prusiana de 1870 supuso un nuevo factor de crisis para la Primera Internacional que, contraria al conflicto, no logró que los trabajadores no participasen en la misma. Sólo el recientemente creado Partido Obrero Socialdemócrata de los Trabajadores (1869) de Alemania se opuso a la guerra.
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La victoria alemana en Sedán provocó la caída de Napoleón III y la instauración de la III República francesa. Adolphe Thiers, nombrado jefe del ejecutivo, negoció con Bismarck los términos del armisticio: Francia se obligaba a ceder Alsacia y parte de la Lorena, y a pagar cinco mil millones de francos de indemnización de guerra. El 1 de marzo tuvo lugar el momento más humillante que consistió en el desfile del ejército alemán por los Campos Elíseos, algo que Thiers había negociado a cambio de que renunciasen a la ocupación de Belfort. Los alemanes dejaron París al día siguiente, pero el descontento de la población iba a cristalizar en los hechos revolucionarios que constituyeron el episodio de la Comuna de París.
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La mayor parte de la población de París estaba integrada en la guardia nacional. La noche del 17 al 18 de marzo, Thiers provocó el último incidente, al ordenar que fuesen requisados 227 cañones que retenía la guardia nacional en Montmartre, que habían sido comprados por suscripción popular de los parisienses durante el sitio. Las tropas encargadas de apoderarse de los cañones confraternizaron con el pueblo y fusilaron a dos generales, insurreccionándose contra el gobierno. Éste abandonó la capital que se organizó para hacer frente a la nueva situación. Los parisienses, erigidos en Comuna de París, eligieron un comité central de la guardia nacional, constituido por delegados de cada distrito (arrondissement) que fue apoyado por la AIT.

Se constituyó un Consejo General de la Comuna de París formado por 90 miembros, entre los que figuraban partidarios de Blanqui, jacobinos e internacionalistas. También dieron su apoyo a la Comuna algunas personalidades del mundo del arte, como los pintores Gustave Courbet, Camille Corot, Honoré Daumier, Edouard Manet o François Millet. El programa de gobierno quedó en la imprecisión, pues mientras los jacobinos pretendían, como ya hemos citado, gobernar toda Francia desde la Comuna de París, otros, llamados federados, pretendían que la Comuna de París se integrara en una federación de Comunas de Francia, en la que debía disolverse el Estado. Esta es la tendencia que predominó, dada la extensión del movimiento comunalista a diversas provincias, como Lyon, Saint-Étienne y sobre todo Marsella, aunque en ninguno de estos lugares el movimiento se sostuvo más allá de algunos días, dada la rapidez de la represión por parte del gobierno "versallés".
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La Comuna de París se dotó de diez comisiones, a modo de ministerios, en los que la Comisión Ejecutiva hacía el papel de gobierno. Entre las medidas adoptadas cabe destacar la adopción de la bandera roja y el calendario revolucionario, la nacionalización de los bienes del clero, la sustitución del ejército por milicias populares, así como el desarrollo a impulso del internacionalista húngaro Frankel, de una amplia acción social: anulación de los alquileres de las viviendas, adopción de la jornada de diez horas, proclamación del principio socialista de «la tierra al campesino, la herramienta al obrero, el trabajo para todos». Las mujeres tomaron un papel activo en este episodio de la historia francesa. Dirigida por Louise Michel y la rusa Elisabetha Dimitrieva-Tomanovskaia, fue organizada la Unión de Mujeres, para la defensa de la ciudad, el suministro de provisiones a los combatientes y el cuidado de los heridos.

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La influencia de la Internacional fue muy perceptible durante los días de la Comuna. No sólo en la adopción de la bandera roja, sino también en la adopción de himnos como «La Internacional» que apareció por entonces, con música de Pierre Degeyter y letra de Eugène Pottier. La participación del húngaro Frankel, alma de la política social de la Comuna, o la de los polacos Jaroslav Dabrowski (Dombrovski) o Walery Wroblevski, revolucionarios exiliados en París, da idea de este carácter internacionalista de la Comuna. Estos polacos fueron nombrados generales de la guardia nacional. El primero murió defendiendo la ciudad contra los soldados del gobierno burgués, los llamados "versalleses". El segundo escapó a Londres y fue condenado a muerte en rebeldía. Algunos actos de los communards significaron un verdadero revisionismo histórico, como la destrucción de la Columna Vendôme, el 16 de mayo de 1871. Ésta había sido fundida por Napoleón con los cañones conquistados tras las batallas de 1809 y los communards la consideraban un símbolo del chovinismo y de la excitación de los pueblos a la discordia practicados por Bonaparte.
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2.5.- Fin de la Comuna de París
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Las fuerzas de Thiers se reagruparon entre el 10 y el 25 de mayo de 1871 en el campamento de Satory, reforzadas por el ejército de MacMahon, que había sido liberado por los alemanes. Los communards estaban determinados a morir defendiendo la Comuna calle por calle y casa por casa, como así fue especialmente a partir del 21 de mayo, cuando comenzó la llamada «semana sangrienta». Tras bombardear la ciudad durante días en abril, los versalleses entraron hasta el centro de la ciudad, cuyas calles se llenaron de barricadas. Los obuses y las botellas de petróleo incendiaban las Tullerías, el Ayuntamiento y el Tribunal de Cuentas. Se multiplicaban las ejecuciones de federados (communards) y de rehenes (entre ellos el arzobispo de París, monseñor Darboy). Los últimos combates se celebraron en el cementerio de Père-Lachaise, donde los miembros de la comuna fueron fusilados al pie del «Muro de los federados».
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La Comuna se saldó con el coste de muchas vidas humanas, entre las que se contaron las de cerca de un millar de versalleses y de veinte mil federados. Hubo más de 38.000 detenciones y deportaciones a Nueva Caledonia. En 1880 una ley de amnistía permitió el regreso de muchos federados que se habían exiliado en Bélgica, Suiza, Gran Bretaña, etc., entre ellos Jules Vallès, periodista revolucionario y gran luchador por los derechos humanos, especialmente de los niños, que había sido condenado a muerte en rebeldía.
El papel de la Comuna en épocas posteriores fue considerable. Para Marx fue la primera revolución genuinamente obrera de la historia y la primera experiencia de dictadura del proletariado, lo que iba a convertir la experiencia de la Comuna de París en una «banco de pruebas» de la revolución proletaria. Pero también fue, en palabras del poeta Jean-Baptiste Clément, el mítico tiempo de las cerezas, que por un lado "siempre será amado", pero cuyo recuerdo, por otra parte, "siempre dañará el corazón". La terrible represión ejercida contra la Comuna iba a provocar enormes apoyos internacionales con los obreros franceses.
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En muchos países europeos tuvieron lugar manifestaciones de apoyo a los communards. Pero, por otro lado, se tenía la sensación de que el radicalismo de los "federados" había llevado el movimiento obrero a su liquidación. La Internacional, acusada de haber inspirado el movimiento, fue prohibida en varios países europeos. Se tenía la sensación de que se había producido una política «liquidacionista» que no había hecho sino diezmar a la clase obrera de sus mejores elementos, sin que todo el heroísmo que había significado el episodio de la Comuna fuese a fructificar positivamente para los intereses de los trabajadores. El análisis de los hechos ocurridos aquellos meses en París iba a provocar la formalización de la división interna del movimiento obrero, pues se acusó a la Comuna de falta de dirección y se potenció la creación de partidos nacionales, lo que no era del agrado de los bakuninistas, contrarios a los partidos. Ello acabaría provocando la escisión de la I Internacional.
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2.6.- La crisis de la Internacional
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Tras la guerra franco-prusiana, los Congresos fueron reanudados. En la Conferencia de Londres (1871) Marx combatió tenazmente a Bakunin. Finalmente, en el Congreso de La Haya (1872) los partidarios de Bakunin, entre los que se encontraban bastantes suizos, belgas, italianos y españoles, fueron expulsados de la Internacional. El motivo fundamental fue su no aceptación de la organización de los trabajadores en partidos nacionales, propuesta aprobada en dicho congreso.
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A fin de alejarla de la influencia anarquista, Marx hizo trasladar la sede de la Internacional a Nueva York, donde languideció unos años hasta la disolución del Consejo General en Filadelfia, en 1876.
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Los bakuninistas fundaron la Internacional Antiautoritaria, que perduró hasta 1881.
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Como consecuencia del apoyo de la AIT a la Comuna de París las Trade Unions también se desvincularon de la Internacional.

sábado, 16 de febrero de 2008

Los Movimientos Sociales (clase 2 de 4)

1.6.- El socialismo utópico

Las duras condiciones de explotación de la sociedad industrial con el control de los capitalistas hicieron aparecer, desde finales del siglo XVIII, teorías que condenaban las evidentes injusticias y criticaban un tipo de desarrollo económico que producía miseria. En esencia, propugnaban la dignidad del individuo y la solidaridad colectiva como principios morales y elaboraron proyectos de sociedades ideales igualitarias.

A estos teóricos, reformadores o proyectistas que englobamos dentro de lo que Karl Marx bautizó como socialismo utópico, podemos agruparlos según los procedimientos que proponen:

- Reformadores defensores de la violencia:

El precedente se produjo con la Conjura o Conspiración de los iguales (1797) promovida por el revolucionario Françios Noël Babeuf, más conocido como Gracchus Babeuf (1760-1797). Firme defensor de la abolición de la propiedad privada y del derecho de herencia así como de la colectivización de la tierra ha sido considerado como uno de los primeros teóricos del comunismo así como un pre-anarquista. Postulaba la organización de la sociedad sobre la base del trabajo en común y una revolución social que debía completar la revolución realizada desde 1789, defendiendo, incluso, el empleo de la violencia y la necesidad de un periodo de dictadura. Al descubrirse la conspiración fue detenido y ejecutado el 27 de mayo de 1797.

Sus teorías violentas fueron seguidas en el siglo XIX por otros reformadores sociales como Louis Auguste Blanqui (1805-1881). Éste participó en las revoluciones francesas de 1830, 1848 y 1871. Sufrió muchos años de cárcel donde desarrolló su propia teoría política. Creía que la revolución social era algo inevitable y necesario, pero que sólo triunfaría si era dirigida por una vanguardia profesional, cuyos miembros podían surgir de la propia burguesía, y que deberían adoptar métodos dictatoriales para consolidarse en el poder. En el ámbito económico, abogaba por una evolución gradual desde el capitalismo hasta el comunismo.

- Teóricos que abogan por soluciones pacíficas:

Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint-Simon (1760-1825) publicó escritos conteniendo razonamientos en favor de una organización social, encabezada por hombres sabios y basada en el desarrollo de racional de la industria, que beneficiase por igual a todos los componentes de la sociedad. Después de su muerte, los discípulos de Saint-Simon -bajo la dirección de Enfantin- organizaron y popularizaron sus ideas, y sus principios y teorías recibieron el nombre de sansimonismo. Se convirtieron en técnicos al servicio de la más avanzada burguesía, y las ideas utópicas de los sansimonianos están en la base de la de abrir en Suez un Canal que uniese el Mediterráneo y el Mar Rojo para acortar las distancias entre Europa y Asia, proyecto que finalmente se llevó a la práctica bajo la dirección de Ferdinand de Lesseps.

Louis Blanc (1811-1882) prefería la acción basada en la lucha pacífica por el sufragio universal. Blanc se anticipó a la formulación del principio, adoptado después por el marxismo, según el cual el ideal social está en que "cada uno aporte según sus capacidades y cada uno reciba según sus necesidades". Blanc creía que este principio podía llevarse a la práctica mediante la creación de Talleres Nacionales, asociaciones de trabajadores financiadas por el Estado y supervisadas por los propios obreros.
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- Proyectistas de sociedades igualitarias:

Muchos socialistas utópicos confiaban en reformar la sociedad al margen de la acción política, como resultado de la difusión de nuevos valores sociales o de la fundación de comunidades que sirvieran de ejemplo alternativo. Los principales de ellos fueron los franceses Fourier, y Cabet, así como el inglés Robert Owen.

Charles Fourier (1772-1837) defendió la creación de falansterios, agrupaciones comunitarias donde la propiedad era colectiva y todas las tareas eran compartidas por todos los habitantes. El sistema, conocido como fourierismo, se basa en un principio universal de la armonía, desplegada en cuatro áreas: el universo material, la vida orgánica, la vida animal y la sociedad humana. El estado armonioso ideal se alcanzaría por la división de la sociedad en falanges cooperativas, o comunidades, cada una compuesta por unas 1.600 personas que vivirían en el falansterio, un enorme edificio comunal situado en el centro de una gran área agrícola. Se establecieron normas detalladas para regular la vida de cada individuo de la falange. La asignación del trabajo se basaba en el talento. La propiedad privada no se aboliría, pero al mezclar al rico y al pobre, las diferencias visibles entre ellos desaparecerían. La riqueza comunal de la falange proveería con generosidad la subsistencia básica de sus miembros.
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Étienne Cabet (1788-1856) participó activamente en la Revolución de julio de 1830, tras cuyo triunfo fue elegido miembro de la Cámara de Diputados. Sus críticas al nuevo gobierno en 1834 le obligaron a exiliarse a Londres, donde abrazó el pensamiento comunista, influido por las obras del humanista inglés del siglo XVI Tomás Moro -autor de la primera Utopía moderna- y por el movimiento de reforma social encabezado por el socialista británico Robert Owen. En 1839 regresó a Francia, donde publicó la novela Viaje a Icaria (1840), en la que se describe una sociedad ideal en la que la actividad social y económica es supervisada por un gobierno electo. Esta obra alcanzó popularidad, lo que animó a Cabet a llevar a la práctica sus ideas. Así fue como en 1849 Cabet y 280 seguidores emigraron a Estados Unidos donde fundaron una comunidad icariana en Nauvoo (Illinois). Los icarianos de América no llegaron a sobrepasar los 1.800 miembros. En 1856, las diferencias internas en Nauvoo llevaron a Cabet a abandonar la colonia con 180 discípulos para establecer otra, a la que llamaron «Nueva Icaria». Cabet falleció ese mismo año en Saint Louis (Missouri), pero su movimiento perduró en Estados Unidos hasta 1895. En España Narciso Monturiol y Anselmo Clavé publicaron un periódico cabetiano, La Fraternidad (1847-1848).

El inglés Robert Owen (1771-1858), fue sociólogo y economista, además de reformador social. Era propietario de una fábrica textil, y en los inicios de su carrera estaba preocupado por los aspectos que condicionan la formación del carácter de las personas. Fue sensible a las penosas condiciones de explotación a las que había de enfrentarse la clase obrera en los inicios de la revolución industrial, con jornadas de trabajo larguísimas y agotadoras, sueldos bajos, condiciones de salubridad e higiénicas pésimas en el trabajo, ningún tipo de seguridad social, trabajo extenuante de mujeres y niños y la constante amenaza de quedar en el paro. Está considerado el fundador del cooperativismo.

Como copropietario y director de la fábrica New Lanark en Escocia (1824), denunció algunos de los postulados del liberalismo clásico e ideó el New Moral World en los que se anticipaba a la moderna legislación obrera, conseguida tras décadas de luchas de los trabajadores. Aplicó sus principios teóricos a su fábrica en la redujo la jornada de trabajo, estableció subsidios, fundó un economato, instaló una escuela infantil, … entre otras mejoras.

En Indiana, Estados Unidos, fundó la colonia agrícola New Harmony de tipo comunitarista, en la que se pusieron en práctica los principios del «nuevo orden moral», como eran la vida en común, sin matrimonio y el dinero sustituido por el trabajo-hora. Reclutó 800 colonos.

De regreso a Inglaterra los obreros le eligieron como representante lo que dio nuevo impulso al movimiento llamado cooperativista. Continuó publicando el periódico The New Moral World y participó en la creación de la Rochadale Pioneer's Cooperative, primera cooperativa de consumo con éxito en Inglaterra.


- Feminismo de clase:

Flora Tristán (1803-1844) es considerada la fundadora del feminismo moderno. De origen acomodada, su padre no la reconoció y a su muerte quedaron en la pobreza, debiendo trabajar de niña en un taller de litografía con cuyo propietario se casó por conveniencia con 17 años. Su pensamiento engarza con el socialismo utópico (sansimoniana, revolución pacífica) pero viendo imprescindible la creación de un partido, la Unión Obrera.

"Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles del ser mujer".


"La ley que esclaviza a la mujer y la priva de instrucción, os oprime también a vosotros, hombres proletarios. (...) En nombre de vuestro propio interés, hombres; en nombre de vuestra mejora, la vuestra, hombres; en fin, en nombre del bienestar universal de todos y de todas os comprometo a reclamar los derechos para la mujer”.

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2.- LA ÉPOCA DE LA PRIMERA INTERNACIONAL
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2.1.- El impacto de la revolución de 1848
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Francia es en estos momentos el centro del movimiento obrero. Los trabajadores se unen a la burguesía liberal para derrocar a la monarquía mediante una insurrescción. Se instaura así la II República francesa, a la cual se van a exigir una serie de derechos sociales, ya no sólo políticos o económicos. Estamos en un momento en el que avanza la difusión de las ideas democráticas que reivindican soberanía popular frente a la soberanía nacional, en definitiva piden sufragio universal en detrimento del sufragio censitario.
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Tras la abdicación del monarca Luis Felipe de Orleans se forma un Gobierno provisional el 25 de febrero, variado a nivel interno, contando con republicanos, socialistas y radicales. Pese a su brevedad (hasta comienzos de mayo), logró implantar una serie de medidas nunca vistas hasta ese momento: libertades políticas, sufragio universal masculino, abole la esclavitud y la pena de muerte, ...

Otra de sus novedades será el decreto mediante el cual el Estado adquiere capacidad para intervenir en el trabajo. Así, el ministro socialista Louis Blanc instaura en este primer momento los Talleres Nacionales, asociaciones de trabajadores financiadas por el Estado y supervisadas por los propios obreros. Pero la burguesía se opuso a estos cambios y tras las elecciones de mayo el nuevo gobierno los suprimió en junio. Esto, sumado al retroceso en otros avances sociales conseguidos en febrero, provocó como respuesta popular la insurrección de junio que supuso un auténtico enfrentamiento de clases entre burguesía y proletariado que había de saldarse con 1.500 fusilados y 25.000 presos.

Además de la represión, la consecuencia fundamental será la influencia que estos acontecimientos harán en autores como Marx o Engels y que plantearán que la clase trabajadora debe reivindicar por sí misma, nunca de la mano de la burguesía.

viernes, 15 de febrero de 2008

Los Movimientos Sociales (clase 1 de 4)


1.- LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO

El cuadro resume los principales cambios derivados de la Primera Revolución Industrial:

Las situaciones laborales de estos momentos eran realmente inhumanas, con jornadas de hasta 15 y 16 horas diarias, sin descansos, en unas condiciones lamentables de temperatura, humedad, higiene, … Se comparaba al trabajo con las cárceles. Recordemos que trabajaban también los niños, y éstos, junto con las mujeres, tenían unos sueldos aún menores que los de los hombres. Ante ello, los obreros comprobaron que la única manera de reivindicar mejoras era de manera organizada y unida. Surge así la conciencia de clase: sentimiento y convicción que experimenta el proletario de formar parte de una clase social netamente diferenciada del resto, la clase trabajadora, que crea riqueza con su trabajo pero que no recibe a cambio más que lo esencial para perpetuar su fuerza de trabajo, considerándose explotada.
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1.1.- Insustrialización y asociaciones de oficio
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Industria es el conjunto de procesos y actividades que tienen como finalidad transformar las materias primas en productos elaborados. Por tanto:
- industria como tal existe desde el origen de la humanidad (ejemplo industria lítica)

- la Revolución Industrial a finales del s. XVIII y duarante el s. XIX cambia radicalmente el proceso de transformación de los recursos de la naturaleza: ello básicamente consiste en la disminución del tiempo de trabajo necesario para transformar un recurso en un producto útil, gracias a la utilización de máquinas manuales. Esto permite reducir los costes unitarios, y aumentar la productividad
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- se pasa por tanto de la especialización de los gremios a la maquinización (pincha sobre la imagen para ver el movimiento de la máquina de vapor)
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- se emplea mano de obra no cualificada, lo que afecta muy negativamente a los oficiales de los gremios, que pierden su nivel profesional (cualificación) su estatus (independencia) y su salario (se equipara al resto de proletarios). Ante ello, crean asociaciones de oficio que convocan acciones de protesta y huelgas
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1.2.- Represión, radicalismo y lucha social
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El aumento de la conflictividad laboral fue reprimido desde los gobiernos, así, las huelgas fueron consideradas actos de sedición [levantamiento colectivo violento contra la autoridad] y las asociaciones de trabajadores como entidades subversivas [que altera o puede alterar el orden establecido].

Finalmente estas primitivas asociaciones fueron prohibidas mediante:

- Ley Le Chapelier: vigente en Francia del 14 de junio de 1791 al 25 de mayo de 1864, proscribe las asociaciones y corporaciones e igualmente las asociaciones de campesinos y obreros

- Combination Acts: leyes inglesas de 1799 y 1800 derogadas en 1824, ilegalizaron los sindicatos
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Para mantener la unidad, las asociaciones de trabajadores se ocultaron en forma de cofradías (religiosas, asistenciales, festivas, …) ocultando su acción reivindicativa pero pudiendo así reunirse y organizar actos públicos para seguir cohesionados.

Las medidas represivas y prohibitivas por parte de los gobiernos, alineados junto a los patronos capitalistas, llevaron a la progresiva radicalización de los obreros, acercándose a movimientos herederos de la Revolución Francesa que propugnaban drásticas reformas en los Estados (democratización, sufragio universal) y en las sociedades (reformas agrarias, educación, igualdad, justicia social).
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1.3.- El ludismo
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El movimiento ludita o mecanoclasta consiste en acciones de revuelta, espontáneas y desorganizadas, atacando con frecuencia a los instrumentos de producción. El nombre se toma del semilegendario o imaginario líder del movimiento, el capitán Ned Ludd, firmante de cartas intimidatorias contra los patronos.

El ludismo identificó a la máquina como el causante del paro y de la rebaja de los salarios, además de con el nuevo orden capitalista, social y laboral. La ofensiva de la liberalización económica se había agravado con el aumento del paro causado por las guerras napoleónicas.

En 1811, la disolución violenta de una manifestación de medieros de Nottingham por parte del ejército, provocó que esa misma noche los trabajadores incendiaran la fábrica y destruyeran unos 60 telares de medias. El movimiento se extendió por Gran Bretaña y sus acciones recibieron una fuerte contestación desde el Gobierno, que declaró prohibida la destrucción de las máquinas de 1790 a 1817, bajo pena de muerte desde 1812, motivo por el cual se ejecutó a 18 luditas en 1813.

El movimiento se amplió a las zonas rurales en la década de 1830, por medio de la destrucción de trilladoras. También se difundió por toda Europa:

- ESPAÑA: Alcoy (1821, queman telares y máquinas de hilar), Camprodón (1823, destruyen máquinas de cardar e hilar), Barcelona (1835, incendiaron la primera fábrica accionada a vapor, llamada El Vapor, de la familia Bonaplata)

- FRANCIA: Lyon (1831, industria de la seda)
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- ALEMANIA: Sajonia (1844)
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El movimiento ludita, sin una clara base ideológica, acabó decayendo pues los trabajadores se dieron cuenta de que las máquinas no tenían realmente la culpa de su situación, sino que eran los propietarios los causantes de sus problemas, reaccionando contra ellos lo que supuso la aparición de los primeros sindicatos obreros.

Como curiosidad, decir que el neoludismo es un movimiento actual (se origina a finales del siglo XX) y que reacciona contra las nuevas tecnologías.
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1.4.- Las primeras organizaciones sindicales
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Los obreros progresivamente dejan el ataque a las máquinas a cambio de celebrar manifestaciones contra los patronos y exigiendo mejoras políticas y sociales como el derecho a la asociación y la reforma electoral.

Una concentración en defensa del sufragio que tuvo lugar en Manchester el 16 de agosto de 1819 terminó con una brutal represión que se conoce como matanza de Peterloo ya que murieron 11 de los manifestantes y hubo más de 400 heridos. Existe un relato de un asistente a la manifestación, Samuel Bamford, que recoge el ataque de la caballería inglesa contra los que escuchaban la arenga (pincha aquí para leerlo).


Tras la brutal represión el Parlamento británico abole las Combination Acts y por tanto permite la asociación y la coalición de las masas obreras, lo que evoluciona del siguiente modo:

- GRAN BRETAÑA: La Asociación Nacional para la Protección del Trabajo nace en 1830 para agrupar a las diversas Uniones de Oficio (Trade Unions). Hasta ese momento, las organizaciones tenían carácter local y a ellas pertenecían obreros cualificados que pagaban una cuota, lo que no estaba al alcance de la mayoría.

En 1833 se creó la Great Trade Union, en la que tuvo influencia Robert Owen, que planteó huelgas por las reivindicaciones de reducción de la jornada laboral, mejoras salariales y el derecho a la asociación laboral. Estas huelgas estarán ya protagonizadas por trabajadores no cualificados, lo que hizo que la Great Trade Union movilizara a unos 500.000 obreros en Gran Bretaña.

- FRANCIA: Las huelgas de París y Lyon de 1831 propiciaron la aparición de sociedades de resistencia y socorro mutuo y en 1843 apareció la primera Unión Obrera, que actuaba ya como un sindicato.

- ESPAÑA: Asociación de Tejedores de Barcelona, creada en 1840. Pronto será prohibida.
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1.5.- El cartismo
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La represión contra la Great Trade Union y la decepción por la reforma política de 1832 en Gran Bretaña fueron en origen del movimiento social que conocemos como cartismo (chartism) y que en esencia es el paso del obrerismo a la acción política, con un lema que puede resumirse en “democracia para todo el pueblo”. Fue una agrupación política de naturaleza democrática y liberal.

En 1836 un grupo de obreros dirigidos por William Lovett fundaron la London Working Men's Association que en 1838 dirigió al Parlamento británico la llamada «Carta del Pueblo» (The People's Charter) con seis peticiones:

1) sufragio universal masculino, + 21 años
2) circunscripciones electorales de igual tamaño (fin de la preeminencia de los terratenientes rurales)
3) voto secreto
4) no necesidad de ser propietario para ser elegido diputado (acceso a los obreros)
5) dieta, sueldo para los diputados (para que los obreros pudiesen vivir de la política)
6) parlamentos anuales
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En julio de 1839, Thomas Attwood, diputado y jefe del partido Unión Política de Birmingham, volvió a presentar la Carta esta vez apoyada con 1.200.000 firmas al Parlamento, pero de nuevo fue ignorada. Ello provocó divisiones entre los cartistas, unos partidarios de convocar una huelga general que no tuvo lugar aunque sí hubo conatos violentos como el acaecido en Newport en 1839 y que recoge esta imagen:


En el año 1842 hubo un segundo intento, por medio de la redacción de otra carta para que el Parlamento aceptase las propuestas del movimiento. En dicha ocasión la propuesta iba avalada por tres millones de firmas, pero también fue rechazada.

En abril de 1848, el irlandés Feargus O´Connor amenazó con convocar una marcha masiva al Parlamento británico para entregar otra petición. Esta marcha se llevó finalmente a cabo el 10 de abril de 1848 en Kennington Common, aunque cuando el Gobierno ordenó el despliegue del ejército para enfrentarse a ella, se autodisolvió.

Aunque los cartistas no consiguieron sus objetivos, obtuvieron éxitos parciales como la reducción de la jornada laboral a 12 horas, después a 10. Sobre todo mostraron la concienciación de los trabajadores en torno a objetivos políticos.